Comenzó con el predictor y una incredulidad un poco histérica, pero es que, de verdad, que no me esperaba que tan pronto me quedara embarazada, no llevábamos más que unos pocos meses intentándolo.
En este aspecto, creo que una parte de culpa la tiene Galleta. Antes de tenerla prácticamente a cada hora pensaba en la llegada del bebé, pero una vez que entró Galletita en nuestras vidas, sólo me acordaba de que no estaba embarazada el día que me bajaba la regla.
Al principio de todo, lo que más vértigo me daba eran las análiticas y posibles pruebas médicas que se me antojaban desagradables y dolorosas.
De hecho la noche antes del primer análisis de sangre lo pasé sólo regular y entré muy asustada, para colmo, la enfermera que me lo hizo, fue una borde y me dolió tela, además de estar varios días con el moratón.
La primera visita al ginecólogo sí fue más alegre, pero una de las características que he tenido durante el embarazo es la tensión baja, y después de hacerme la ecografía me desmayé. Pero aún así la felicidad y la ilusión eran muy fuertes.
Lo malo del primer trimestre fue sin duda, esa baja tensión que me tenía hecha polvo durante todo el día. Las náuseas continuas (aunque no he vomitado ni una sola vez) una fatiga interminable y todo eso aliñado con uno de los veranos más asquerosos de calor que recuerdo. Entre eso y que no se tiene barriga todavía, yo no tenía sensación de embarazo si no de estar enferma.
Lo bueno, saber que íbamos a tener una niña. A mí me daba igual, pero a Vimbrio, mi padre, mi hermana.... les hacía mucha ilusión que fuera niña, así que todo el mundo tan contento.
Por largo que se haga el verano, afortunadamente pude mandarlo al carajo y se presentó el segundo trimestre con mucho mejor cuerpo, más fuerza y vitalidad y una barriguita incipiente.
Pero claro, no todo podía ser perfecto. Después de la prueba del azúcar (otro análisis aunque con una enfermera mucho mejor y más apañada) me mandaron hacerme una curva completa. No veas, 4 análisis en una mañana. Después del primero me desmayé de nuevo, al cuarto estaba charlando tan campante.
Y, efectivamente, hecatombe!! Tenía diabetes gestacional y me tenía que pinchar en el dedo 4 veces al día para medirme la glucosa en sangre!! la primera semana fue tan horrible para todas mis fobias que, cuando me tocaba pincharme, Galleta se escondía en su casita para no verme y cuando escuchaba el clic de la aguja venía a consolarme (me la como).
Lo bueno, es que a todo se acostumbra una, y a la semana me pinchaba como si tal cosa. Afortunadamente no he necesitado insulina, y con cuidar mi alimentación ha sido más que suficiente. De hecho me ha venido muy bien, apenas he cogido peso, por lo que a poco de dar a luz, aún me encuentro ágil y ni siquiera se me han hinchado los pies o los tobillos. Encima no le ha afectado a Valentina absolutamente nada. Durante todo el embarazo ha crecido con total normalidad. Y a día de hoy casi llega ya a los 3 kilitos.
El segundo trimestre, a pesar de las dificultades por mi profunda aprensión a la sangre, pasó a una velocidad impresionante, pero este tercero no se ha quedado atrás. Ha sido visto y no visto, no me puedo creer que en dos semanas como máximo (y si no se adelanta) vaya a tener a Valentina en brazos.
Este trimestre ha sido, con diferencia, el mejor. Me encuentro muy bien, nada incómoda (aunque de vez en cuando sí me siento más pesada y me cuesta andar) de hecho, se supone que al final tienes ganas de que llegue el parto, pero yo aún no me encuentro en ese momento, estoy muy a gusto con mi barriga y creo que la echaré de menos cuando no la tenga.
El dormitorio de Valentina está casi a punto, su armario llenito llenito de ropa, tenemos la cuna, el carrito, el cambiador... su maleta y la mía listas para cuando haya que salir pitando al Materno, los pañales y toallitas, hasta el parque!
He tenido mi fiesta sorpresa del bebé que me hizo toda la ilusión del mundo y ya estoy yendo a los monitores cada semana.
En fin, que esto se acaba, que he pasado por altibajos más anímicos que físicos y que, aunque a veces, he sentido que estaba todo cuesta arriba, en realidad he tenido un embarazo muy bueno, con mucha normalidad tanto para la salud de la pequeña como de la mía propia y, desde luego, lo mejor es notar los movimientos y pataditas de mi niña, eso no tiene precio y Valentina no para de moverse!!.
Ojalá siga así durante el parto!! En verdad me da miedo, aunque todas las mamis que conozco me tranquilizan mucho, pero de vez en cuando, no puedo evitar algunos picos de pánico. De todos, modos, estoy segura, que tanto Vimbrio como yo estaremos a la altura de las circunstancias.
Ya os contaré!!!
Ah! y si a casi todas las futuras mamás les da por limpiar en lo que se conoce como "preparación del nido" a mí me ha dado por scrapear como las locas!!