LA TONÁ
La toná es un cante
matriz del cual nacieron otros palos, entre ellos la saeta, que ya
tuvo su entrada la semana pasada porque por esas fechas me parecía más
adecuado, pero en realidad tendría que haber empezado por aquí.
Decir que la toná es
un cante matriz significa decir que es uno de los cantes más
antiguos del flamenco y que no tiene compás ni acompañamiento
musical debido al carácter íntimo que tuvo en su origen.
Los gitanos andaluces
adoptaron como suyos los romances a los que se denominó corríos y
de ahí surgen las tonás, martinetes, deblas, saetas y carceleras.
Palos que se cantaban después del trabajo, en reuniones con amigos e
íntimos, donde, incluso se usaban para discutir los problemas que
tuvieran entre ellos o, como en el caso de las carceleras, cantes que se
escucharon en las cárceles.
Las tonás que se han
conservado hasta nuestros días, tienen una misma línea melódica y
es en la letra donde encontramos las diferencias.
Cantaores históricos
de las tonas son: Tío Luis el de la Juliana, Blas Barea, Perico el
del Lunar o Antonio Chacón gracias al cual, sobrevive la toná del
Cristo, además de la Chica y la Grande.
Los cantaores modernos
no han cultivado apenas este palo, una auténtica pena pues este cante, sin acompañamiento tiene como un misterio, una magia, algo muy telúrico, primitivo que a mí personalmente, me fascina.
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