El martinete, como toná, tiene un tono monocorde y se canta sin guitarra. Como se originó en las fraguas y herrerías, a veces se acompaña con los sonidos de un martinete golpeando el metal.
Jose Mercé, Martinete
La carcelera se caracteriza porque sus letras suelen estar dedicadas a temas como la cárcel y los condenados a ella.
Y la debla... la más enigmática de todas las tonás
Se ha llegado a pensar
que la debla es, incluso, más antiguo que el propio flamenco, pero
hay que distinguir entre la debla original y la que ha llegado hasta
nuestro días.
La actual fue
popularizada por Tomás Pavón en los años 40 y después
interpretada por Antonio Mairena, la pena es que no se conoce la
relación que pudiera guardar con la original.
Mucho se ha especulado
con la debla primitiva, empezando por el origen de su nombre.
Antonio Machado,
Demófilo, y el viajero inglés George Borrow, apuntaron la idea de
que debla es sinónimo de diosa en caló y que los gitanos otorgaron
a este género el título supremo de los estilos flamencos.
Cantaores como El
Fillo, Varea el Viejo y El Planeta, la hicieron muy popular en el
siglo XIX.
Hipólito Rossy la
describió con estas palabras:
“De todo el cante
jondo, ninguno tan desolado como la debla. En el canto del hombre que
ha conocido todas las claudicaciones, todas las humillaciones,
amarguras y ruindades de la vida, que vegeta sin esperanzas de
redención”
Rossy apunta
igualmente, que es obra de un autor culto, un músico versado y que
conociera los modos y escalas griegas, así como gozar de una voz
potente y, por supuesto haber sufrido mucho. Como último apunte
llega a considerar la debla como un canto más fino que las Cántigas
de Santa María, de Alfonso X.
Un misterio más dentro
del mundo del flamenco y sus orígenes, ¿algún día se desvelarán?
Se consiga o no, han servido para crear todo ese mundo mágico y
fascinante.
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