lunes, 16 de marzo de 2015

EPÍLOGO: ULTIMA ESCAPADA SEVILLANA

Estábamos el viernes, mi hermana y yo con los respectivos, en un bar cuando, de repente, me veo siendo empujada a irme con ella a Sevilla al día siguiente.
Mi hermana tenía que currar al día siguiente, pero a última hora le avisaron de que lo tenía libre y tiene unas ganas locas de Sevilla.
Total, que a las 8 de la mañana del sábado, estaba yo sentada en el tren, volviendo a Sevilla después de haberla dejado hacía sólo 3 días.
Principalmente íbamos a ver cofradías (luego me di cuenta que hay un gran turismo cofrade), pero también nos dio tiempo a recorrer el centro de punta a cabo y además varias veces. 
A las 6 estaba que no podía con mi alma!!! pero me lo pasé genial y se me pasó el día volando. Cuando me di cuenta estaba, de nuevo, en el tren camino de Málaga.

Empezamos en los Gitanos. Si hubiera sabido que iba a volver en tres días no me hubiera vuelto loca buscando el martes. Eso sí, esta vez no hubo problema para dar con ella.


Hacía un día magnífico, con calor incluso, hubo momentos en los que me tuve que quitar el jersey.



Como era sábado, nos llegamos a encontrar 3 bodas y un bautizo! Qué vergüenza hacer fotos con los novios e invitados por allí...




Vi, por fin, el Gran Poder, pero no me pude acercar (una boda), pero me encantó el camino hasta que llegamos a la plaza (que por cierto, también me encantó). Encontré una tienda muy cuca de scrapbooking, donde me compré un sellito y unos papeles. Y también encontré la casa natal de Bécquer que me hizo tela de ilusión.


Había muchas imágenes en besamanos y su consiguiente cola de gente para entrar.


Y aquí la plaza de la Encarnación. Estábamos en la Campana haciendo tiempo para que llegara el bus que nos dejaría en Santa Justa, cuando me doy cuenta de que la plaza, que el martes nos costó tanto trabajo encontrar, estaba a sólo 2 minutos de la Campana!!

 
A las 20:30 volvíamos para Málaga, donde nos esperaba Vimbrio con unos buenos bocatas para mi hermana y para mí, y la verdad es que acertó, porque comimos muy bien en Triana, tan bien, tan bien, que cuando llegó la hora de la merienda no teníamos ganas ni de gloria, pero, claro, cuando llegamos a Málaga, cerca de las 23:00, teníamos un hambre canina.

Ni que decir tiene que ayer me pasé todo el día en pijama y en el sofá, que estaba hecha polvo, pero qué gran semana!!!

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