EL PASO DE
LA SEGUIRIYA
Entre
mariposas negras,
va una
muchacha morena
junto a una
blanca serpiente
de niebla.
Tierra de
luz,
cielo de
tierra.
Va
encadenada al temblor
de un ritmo
que nunca llega;
tiene el
corazón de plata
y un puñal
en la diestra.
¿Adónde
vas, siguiriya,
con un ritmo
sin cabeza?
¿Qué luna
recogerá
tu dolor de
cal y adelfa?
Tierra de
luz
cielo de
tierra.
La seguiriya
es el cante jondo por antonomasia, junto a la soleá.
Se trata de
un palo difícil y exigente para el cantaor, sombrío, trágico. Es
un quejío amargo con el cual el intérprete se queja de su
desgracia, muerte, mal de amores...
Su origen es
incierto, aunque se sabe que proviene de la toná (origen de todo) y
los primeros testimonios podrían situarla en el siglo XVIII.
Las coplas
de la seguiriya son estrofas de 4 versos, donde el protagonismo, más
que en las letras, está en los profundos quejíos y ayes de los
cantaores:
“Siempre
en los rincones
te encuentro
llorando,
mala puñalá
me den, compañera,
si te doy
mal pago”
Quien mejor
y más poéticamente define la seguiriya es Lorca:
“La
seguiriya gitana comienza con un grito terrible, un grito que divide
el paisaje en dos hemisferios iguales. Es el grito de generaciones
muertas, la aguda elegía de los siglos desaparecidos, es la patética
evocación del amor bajo otras lunas y otros vientos”
“La
portentosa seguiriya gitana” que es “como un cauterio que quema
el corazón, la garganta y los labios de los que la dicen”.
Por su
sentido trágico y profundo la seguiriya tiene un gran protagonismo
en el Poema del cante jondo y se puede decir que resume perfectamente
la mitología andaluza creada por el Poeta.
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