Dejamos Cáceres por la mañana temprano camino de Salamanca, sin saber dónde pasaríamos la noche: ¿Sevilla? ¿Málaga? todo dependía de la respuesta que nos dieran los de Rent a car.
Como no sabíamos tampoco cuánto tiempo nos podríamos quedar en Salamanca nos compramos unos buenos bocatas de jamón de Guijuelo (estaba delicioso el jamón) para poder comer en cualquier momento.
Llegamos a la ciudad, de la cual me acordaba perfectamente porque estuve con mis primos en el 2004, de nuevo me dejó impresionada la catedral, la casa de las conchas y la Plaza, otra ciudad para hincharte de pasearla.
Estábamos tomando unos refrescos en la Plaza Mayor (que no veas qué clavo) cuando, por fin, nos dijeron que podíamos quedarnos con el coche 24 horas más. El problema era que teníamos que firmar un nuevo contrato en Málaga y así no nos servía para nada tener más tiempo el coche.
El móvil de Vimbrio echaba fuego de tanta llamada.
Al final, explicando el plan que teníamos, nos dijeron que podíamos firmarlo en Sevilla, así que las expectativas de pasar noche en la capital andaluza se hacían realidad.
Buscamos un hotel en pleno centro de Sevilla y una vez reservado, ya podíamos respirar tranquilos, tomarnos un cafelito para reponer fuerzas y dejar Salamanca con un ánimo estupendo.
Llegamos ya de noche a Sevilla y nos tiramos un buen rato para encontrar la estación de Santa Justa (que no está muy bien señalizado por cierto, menos mal que tenemos el gps en el móvil).
Damos con santa Justa, damos con Goldcar y ahora resulta que los inútiles de Rent a car no habían enviado el contrato que teníamos que firmar o eso fue lo que nos dijo la encargada.
Diez minutos para que nos cogieran el teléfono los de Rent a car, por fin lo cogen y Vimbrio explicando por enésima vez el problema.... total, al final, por fin, llega el contrato y lo firmamos y ahora de nuevo teníamos otra odisea: buscar el hotel (metimos el coche en todo el centro de Sevilla) y lo peor buscar un aparcamiento.
Lo primero costó trabajo, pero encontramos el hotelito pero lo segundo fue un imposible absoluto. Al final tuvimos que pagar 15 euros para meterlo en el parking del hotel.
Ni que decir tiene cómo llegamos a la habitación... absolutamente hechos polvo, pero no hay cansancio en el mundo que te mantenga en una habitación de hotel (por cuca que esta sea) cuando se está en Sevilla.
Después de cenar nos fuimos derechitos al Barrio de Santa Cruz que, al igual que el casco antiguo de Cáceres, de noche tiene magia.
Al día siguiente nos iríamos de cabeza a Triana.
Tres veces había ido a Sevilla y no había visto en condiciones Triana y esta vez me había propuesto recorrérmela entera!
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