miércoles, 27 de agosto de 2014

DUBLÍN: MÁS DE 12 HORAS INMERSOS EN LA CIUDAD

El día 12 de agosto descansamos del coche, para alivio de ambos. Después de un magnífico desayuno (yo continental, Vimbrio escocés) nos fuimos a Dublín a patearnosla intensamente.
Aunque no es tan bonita ni monumental como Edimburgo, nos encantó por su algarabía, su ambiente un puntito underground, sus bares...


Vimos la estatua de Molly Malone, la mítica vendedora de pescado, el mercado, las dos catedrales (la de san Patricio me encantó), la zona vikinga, el Trinity College (nos costó un montón encontrarlo y luego nos dimos cuenta de que habíamos pasado por la puerta quinientas veces durante los dos días que habíamos bajado al centro) y la zona comercial para comprar unos recuerdos.




Es decir, caminando por Dublín de punta a punta. 
Por la tarde yo ya tenía un dolor de pies que no podía con mi alma.


Al anochecer volvimos al mismo pub del día anterior porque esa noche también había música en directo. Yo seguía tan reventada que creía que me iba a poner enferma, afortunadamente en el momento que me vino mi buen bocata con un filete delicioso y las patatas fritas empecé a resucitar. Lo malo es que el grupo que tocaba no era tan bueno como los dos músicos de la noche anterior así que después de un par de canciones y con el cansancio que llevábamos, decidimos irnos porque nuestro hotel estaba lejillos del centro.


Por cierto, que cuando entramos en el pub estaban poniendo el Real Madrid-Sevilla
Al día siguiente abandonaríamos Dublín camino de Belfast. Nunca le tuve mucha simpatía a Irlanda del norte, me gustaría?..... Bueno, mañana os enteraréis!

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