viernes, 29 de agosto de 2014

LLEGADA A EDIMBURGO: DÍA LLENITO DE EMOCIONES

Ese día amaneció soleado en Belfast y aprovechamos la mañana para pasear y hacer tiempo hasta la 1 más o menos que tiraríamos para su aeropuerto. Hoy tocaba volar de nuevo!



Ya teníamos controlados los autobuses, así que llegamos al aeropuerto con bastante antelación. Teníamos que buscar a Easyjet para facturar, pero, por más que mirábamos no la veíamos por ninguna parte.
Confusos, preguntamos en información y resulta que Belfast tiene dos aeropuertos!!! y nosotros, evidentemente, estábamos en el incorrecto.
Salimos escopetados y pillamos un taxi... menos mal que íbamos con antelación porque el otro aeropuerto estaba en la quinta puñeta!!
Pero, bueno, llegamos bien y a tiempo, facturamos nuestra maleta y llegada la hora, cogimos el avión que nos dejaría en Escocia por fin.
A lo que más le temo yo, en un avión, es al despegue, pero este piloto lo hizo muy suave y no lo pasé tan mal como en Málaga.
En nuestro billete ponía que el vuelo duraba 50 minutos. A mí me extrañaba un poco que desde Belfast a Edimburgo se tardara tanto pero bueno.... Pues bien, no llevábamos ni 20 minutos (Vimbrio y yo estábamos jugando al ahorcado y sólo íbamos por la tercera película) cuando indican que hay que ponerse el cinturón y que tenemos que cerrar la bandejita de delante. Yo pensé que habría turbulencias. Escuchamos al piloto hablar pero el sonido no era muy bueno y Vimbrio no le entendió nada. Total, que notamos que el avión empieza a bajar. Nosotros, asombrados, miramos el reloj y no habían pasado ni 20 minutos, nos extrañaba mucho que ocurriera eso, cuando se suponía que el viaje duraba casi una hora. Seguimos bajando y ya Vimbrio y yo super nerviosos... Yo, porque pensaba que había pasado algo y que íbamos a aterrizar de emergencia en otro lugar pero Vimbrio se temía lo peor incluso.
Pasa una azafata y le pregunta que si todo va bien. La azafata lo mira con cara de "qué dice este tío" y le dice que sí.
Seguíamos bajando...
Vimbrio de los nervios se dirige a nuestra compañera de asiento y le pregunta si todo va bien. La buena señora al principio no sabe a que se refiere y yo le decía ya a Vimbrio que dejara de preguntar que iba a alarmar al avión entero, pero le vuelve a preguntar a la compañera. Ésta por fin lo entiende y con dice que todo va fenomenal, que estamos aterrizando.
Os podéis imaginar la carcajada que soltamos, no paramos de reír hasta estar en tierra... valiente mal rato por la cara!!
Pero ahí no quedaban las emociones... fuimos a gestionar nuestro coche de alquiler. Va todo el papeleo bien y a la hora de pasar la tarjeta, no la aceptan... lo vuelve a intentar la muchacha (un encanto, por cierto)... no la acepta.... lo vuelve a intentar.... no la acepta (nosotros ya con sudores fríos). Llama a un compañero para consultarle (yo ya me veía echándole la bronca a Caja Granada por inútiles)... Por fin la acepta!!!!
Afortunadamente, a partir de aquí todas las emociones fueron buenas.
Por ejemplo, el coche que nos dieron (un Kia) era la leche, nuestra habitación era enorme y preciosa, el dueño de la casa muy serio, pero amable y servicial, el desayuno estaba incluido, teníamos los autobuses, que nos dejaban en pleno centro de Edimburgo, en la misma puerta del hotel y toda la tarde libre para empaparnos de una ciudad que es un sueño de bonita y de impresionante.



Edimburgo es impactante. Sus edificios de piedra ya renegrida por el paso del tiempo y de la lluvia te llenan la vista hasta casi agobiar (me acordé del Síndrome de Stendhal). No te hartas de mirar al castillo en lo alto de la Royal Mile, la parte nueva de la ciudad, con todas las tiendas, está chulísima, la parte vieja de la ciudad ya ni os cuento, los callejones, los túneles para pasar de una parte de la ciudad a la otra... Ay! cómo la echo de menos! 




Encima, como durante todo el mes de agosto está el festival, hay una animación y un gentío por las calles impresionante. Edimburgo triplica su población en ese mes.
Cenamos y fuimos a pasear por la zona del castillo, pero vimos que estaba la calle cortada y gente esperando, preguntó Vimbrio a los guardias y estaban esperando que bajara del castillo la guardia escocesa con sus gaitas, que todas las noches actúa en el castillo, además de tirar fuegos artificiales. Pues allá que nos quedamos nosotros también... y vaya si mereció la pena, ha sido de los momentos que más me han gustado y emocionado de toda la luna de miel. Pasamos un total de 3 noches en Edimburgo y no faltamos a ese momento ni una sola vez.


Como comprenderéis, cuando acabó el espectáculo, estábamos agotados y hechos polvos. Cogimos el autobus y nos fuimos derechitos a la cama.
El día siguiente se lo dedicaríamos a Edimburgo y había que estar descansados...

2 comentarios:

  1. Que buena aventura para llegar a Edimburgo, jaja

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  2. Nos reíamos después, pero el mal rato hasta que se aclaró el malentendido... madreeee!!!

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