lunes, 22 de julio de 2013

Camino de Santiago: llegada a Ponferrada

La mayor aventura de mi vida comenzaba el 9 de julio, aunque, para ser más exacta, en realidad empezaría el día siguiente a las 6 de la madrugada. Ese día, a esa hora, iniciaríamos nuestro Camino a Santiago de Compostela.
Llegamos a Ponferrada después de salir de Málaga a la 1 de la mañana, desayunar en Madrid y salir para León. Atravesar España en autobús es una desesperación pero, como íbamos con toda la ilusión del mundo, no se nos hizo tan espantoso.


Ponferrada es preciosa y templaria, de hecho el nombre del temple y los caballeros están por todas partes, lo malo fue el calor que nos recibió, como Málaga en sus peores días de terral.


Lo mejor del día fue, sin duda, el descubrimiento, por casualidad, de un bar donde se comía de rechupete. Se llama "Relamidos", es céntrico pero está un pelín escondido y, por fuera, incluso se ve cutre, pero por dentro está muy bien y sobre todo se come que da gusto. Fuimos tanto para almorzar como para cenar. Lo más rico, las setas al cabrales, pero también nos pedimos un revuelto de papas con pimientos, salchichas y chorizos de ole. Cada plato 4 euros, pero con uno que te pidieras salías bien harta. El camarero estaba pendiente de nosotros en todo momento. Al final del día, después de la cena (un tapeíto y unas croquetas caseras que sabían a gloria), nos invitó al postre y, cuando fuimos a pagar, nos regaló una botella de vino y todo. Fue genial!!


También, ya por la tarde fuimos a por nuestras acreditaciones. Eso de estampar los sellitos me ha encantado. La compramos en el albergue municipal que, por cierto, tenía una capilla dedicada a la virgen del Carmen, que tiene mucha devoción por esas zonas.


Bien temprano estábamos ya en la cama. El día había sido agotador y apenas dormimos en el autobús y, para el día siguiente había que estar fuertes y despiertos. Salíamos hacia nuestra primera meta: Villafranca del Bierzo

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